Una cara descarada después de la condena a prisión efectiva por cinco años a expresidente Sarkozy de Francia
Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa; érase una nariz sayón y escriba; érase un pez espada muy barbado; Era un reloj de sol mal encarado. érase una alquitara pensativa; érase un elefante boca arriba; era Ovidio Nasón más naridado. Érase el espolón de una galera; érase una pirámide de Egito, los doce tribus de narices era; érase un naricísimo infinito, muchísima nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito. Francisco de Quevedo y Villegas, 1580 - 1645
No hay comentarios.:
Publicar un comentario